Wednesday, December 20, 2006


Una bonita y tierna despedida

Y el momento de irme llegó. Con pena en el alma, pero mucha alegría de haber vivido esta experiencia inolvidable, me despedí de Vicente Ferrer. La fuerza y la sabiduría del hombre del paraguas negro que llegó a India hace 37 años me llenó de emoción. Salí de su oficina con una lagrimita en los ojos y con la esperanza de verle otra vez en la Fundación. Le agradecí haberme invitado a vivir en su casa, en una casa hecha para los indios dalits en la que se han sentido que son personas y han tenido la oportunidad de vivir y sonreír, una oportunidad que debe ser un derecho para todo ser humano.

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